Desvelar secretos siempre se me ha dado mal, guardo miles de ellos en esta cabecita llena de silencios. No escondo que muchos de mis días los paso escribiendo para mí, en letras que nunca verán la luz, en palabras escritas en cualquier cuaderno perdido en un cajón. Recuerdos de papel, diarios olvidados.
Hoy, en esta columna personal, abriré un pedacito de mi mente revelando vocablos guardados. Papeles arrugados manchados con tinta negra que lloraban el final de la primera temporada en la Superliga. Que hablaban de trenes con parada y destino, de abrazos con sabor a despedida, de altos en el tiempo y momentos que recordar con una sonrisa.
Esta es la memoria de aquel último partido de liga, el Lagunak como rival, una pancarta de agradecimiento escrita con el corazón, el adiós del que cambió mi forma de entender el fútbol y una goleada que empezó con una dedicatoria especial.
“Sabía que el fútbol merecía la pena, aposté por él. He ganado, tenía claro que mi apuesta era segura, aunque el tren que ha dejado a algunos pasajeros en la primera estación no pare para despedirlos dos veces. Seguro que nuestras vías se volverán a cruzar. Reír y llorar, sentimientos contrarios que se repiten, la mayoría de veces, cuando hablo de fútbol. ¿Un 6-0 es un final o un comienzo? No lo sé. Lo único que tengo claro es que este es mi vagón.´´
Hace seis temporadas ya sentía que el fútbol era parte de mí, hoy, lo sigo sintiendo.
PRÓXIMO PARTIDO: REAL SOCIEDAD-LAGUNAK. (Instalaciones deportivas de Zubieta, campo Z-7, Sábado 26 a las 18:00horas.)
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