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jueves, 1 de marzo de 2012

Promesas incumplidas


- Ya no te gusta ser delantero ¿verdad?

-¿Disculpa?

-Sí, lo que oyes, que no golpeas la pelota con fuerza creyendo que meterás. Que no quieres ser delantero, que ahora es solo un trabajo.

-No quiero fallar, tengo miedo a perderla y a no encajar los últimos pases, a que siempre hablen de mí, a que critiquen mi fútbol.
No disfruto como antes, los aspectos negativos crecen y con ellos mi necesidad de huida.

-¡Quién iba a pensarlo!

- Pero… no siempre fue así.

-Ya lo sé.

-¿Ah sí? ¿Y conoces algo más de mí?

-Querías ser el mejor de todos, un gran nueve, especial, goleador y determinante. Ganar todas las copas de tu país, mil medallas por el mundo…

-¿Cómo lo sabes?

-Porque yo quiero ser ese gran delantero.

- Lo puedes ser si quieres, no es tan difícil.

-Sí lo es, tú no me dejaste. Creciste y se te olvidaron mis sueños, tus sueños. Tenías un trato conmigo, contigo. Pero mira a tu alrededor, te pareces a todo el mundo menos a mí. Ya no recuerdas nada de lo que te hacía vibrar, de lo que despertaba tu ilusión cada día.

- Es cierto…

-Desde hoy me gustaría que lucharas contra ti mismo, para intentar cumplir con tus promesas.

1 comentario:

  1. Aún no descifro si es una conversación entre padre e hijo, como sugiere la foto, o entre un adulto y su niño interior, como finalmente imagino.
    ¿Qué nos diría hoy quien fuimos a los 10-15 años? Movilizante.

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