Foto: Nerea Lertxundi. Real Sociedad-Sp.Huelva |
No elegí mi voz, ni el silencio que en mí causas. No elegí tu fuente, y mi
sed en ella. No elegí el olvido, la paciencia, la locura, no elegí vivir lo
prometido, ni la felicidad o el placer amargo de los sueños, no morir y
resucitar, no elegí perder, no lo hice.
No era mi deseo conocer por qué la
derrota llamaba, sin pedirlo recibí dolor. Capaz de herirme para que viera de
mí lo que en ti lloras (como si hacer sufrir te hiciera respetable), simulabas
distinguir entre la cara y la cruz de la misma moneda.
Pero en un instante todo cambia, el sol levanta un carácter nuevo. Dejas la
costumbre de romperte la cabeza contra el acantilado, costumbre de acariciar
desgracias como si fuera amor. Y pasan las horas del desconfiado. Y vuelve el
aliento. Y regresa la calma, música de lo tenue, silueta de lo extraordinario. Todo
ha de llegar y no te espero. Mi elección, victoria.