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miércoles, 17 de octubre de 2012

Someterse al triunfo


Foto: Nerea Lertxundi. Real Sociedad-Sp.Huelva
 No elegí mi voz, ni el silencio que en mí causas. No elegí tu fuente, y mi sed en ella. No elegí el olvido, la paciencia, la locura, no elegí vivir lo prometido, ni la felicidad o el placer amargo de los sueños, no morir y resucitar, no elegí perder, no lo hice.

 No era mi deseo conocer por qué la derrota llamaba, sin pedirlo recibí dolor. Capaz de herirme para que viera de mí lo que en ti lloras (como si hacer sufrir te hiciera respetable), simulabas distinguir entre la cara y la cruz de la misma moneda.

Pero en un instante todo cambia, el sol levanta un carácter nuevo. Dejas la costumbre de romperte la cabeza contra el acantilado, costumbre de acariciar desgracias como si fuera amor. Y pasan las horas del desconfiado. Y vuelve el aliento. Y regresa la calma, música de lo tenue, silueta de lo extraordinario. Todo ha de llegar y no te espero. Mi elección, victoria.